Saturday, October 20, 2007

Samuel Moreno, 7 puntos más cerca de la Alcaldía

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Samuel Moreno, 7 puntos más cerca de la Alcaldía

A una semana de las elecciones para elegir el nuevo alcalde de Bogotá, Samuel Moreno tiene el 34% de la intención de voto, Enrique Peñalosa el 27% y William Vinasco el 22%.

Redacción Política

sábado, 20 de octubre de 2007

Nunca antes, desde que se instauró en el país la elección popular de autoridades locales y regionales, la disputa por la Alcaldía de Bogotá había estado tan enconada, ni mucho menos alimentada por un juego sucio en el que imperan las recriminaciones y las descalificaciones mutuas antes que las ideas y las propuestas. Dirigir los destinos hoy de una ciudad que durante los últimos años ha transitado la ruta del desarrollo, se ha convertido en una prioridad para las grandes fuerzas políticas de la nación, que entienden que además de tratarse del segundo cargo de elección más importante –después de la Presidencia de la República–, Bogotá será el referente de liderazgo con miras a las justas presidenciales de 2010.

La encuesta de Ipsos-Napoleón Franco, contratada por El Espectador, muestra sorpresivamente que sólo el 3% de los capitalinos no sabe por quién va a votar todavía. Es decir, que a una semana de las elecciones, la indecisión es mínima, la gente ya tiene definido por quién va a sufragar y en esa intención de voto, Samuel Moreno Rojas aventaja en siete puntos a Enrique Peñalosa, diferencia que técnicamente se considera como un empate. Pero lo que definitivamente llama la atención es el ascenso de William Vinasco, quien se encuentra a sólo cinco puntos de Peñalosa y que de mantener la tendencia podría superarlo. La acogida de Vinasco es sin duda una voz de inconformidad ante los candidatos Moreno y Peñalosa, a los que les quita votos por igual.

Analizando las cifras, en contra de Peñalosa juega el hecho de que el 40% de los ciudadanos definitivamente no votarían por él y que el 44% tiene la percepción de que Moreno es el que va a ganar. La imagen de desfavorabilidad de Peñalosa es también muy alta, 51%, mientras que Vinasco, apoyado en su rol de narrador deportivo, tiene una favorabilidad del 64%, lo cual no necesariamente significa que se transforme en votos. Moreno registra una imagen favorable del 56% y una desfavorable del 24%.

Así las cosas, todas las tendencias juegan en estos momentos, a solo siete días de los comicios, a favor de Samuel Moreno, quien incluso, de manera también sorpresiva, le gana a Peñalosa en los estratos altos, para quien el ex alcalde es considerado una persona “soberbia” y sólo a estas alturas de la campaña se ha preocupado por mostrar una imagen de “humildad”, estrategia que antes de favorecerlo lo ha perjudicado.

Históricamente, en las elecciones de 2003, Luis Eduardo Garzón recibió el apoyo mayoritario en cuatro de las seis zonas geográficas en que se divide electoralmente la ciudad: centro, occidente, suroccidente y suroriente, perdiendo en el norte y en Chapinero. En 1997, Peñalosa había ganado la Alcaldía gracias a los respaldos recibidos en el norte, Chapinero, el centro y el occidente. Hoy, la encuesta de Napoleón Franco y El Espectador muestra a un Moreno ganando en cuatro zonas: Chapinero, centro, suroccidente y suroriente. Pierde en el norte y en el occidente de la ciudad.

En cuanto a lo que más les preocupa a los bogotanos, antes que la tan mentada movilidad –un tema recurrente en los discursos de los candidatos–, están el poder superar la pobreza, mejorar las condiciones de seguridad y tener gobernabilidad en la administración pública. El acceso a la salud y a la educación también es considerado como una prioridad para los capitalinos.

Una mirada al pasado

Alcaldes de Bogotá y luego presidentes o presidenciables fueron muchos. Andrés Pastrana, por ejemplo, el primer burgomaestre elegido popularmente en 1988, llegó diez años después a la Casa de Nariño. En esa primera elección, Pastrana supo capitalizar la división al interior del Partido Liberal, que no pudo ponerse de acuerdo entre Juan Martín Caicedo Ferrer y Carlos Ossa Escobar, superándolos a los dos en las urnas en más de 100 mil votos.

La elección del sucesor de Pastrana, en 1990, fue –como lo titularon los diarios en ese entonces– “una victoria anunciada”. El Partido Liberal retomó el poder con Caicedo Ferrer, quien obtuvo el 69% de los votos contra apenas un 29% de su rival, el conservador Hernán Vallejo. Pero la administración Caicedo se vio manchada por el escándalo cuando en febrero de 1992, el concejal Carlos Alonso Lucio instauró una demanda penal en su contra por supuestas irregularidades en la entrega de $1.640 millones en auxilios. El Alcalde, además de dos miembros más de su gabinete y un grupo de 16 concejales y ex concejales, fueron detenidos. En 1996 la Corte Suprema de Justicia lo absolvió.

Para los comicios de 1992, otra vez el liberalismo se impuso con amplio margen. Jaime Castro Castro le ganó al conservador Juan Diego Jaramillo con una ventaja superior a los 200 mil votos. En 1994, la llegada de Antanas Mockus a la Alcaldía, superando a Enrique Peñalosa en casi 200 mil votos, significó el primer paso de una nueva concepción política en Bogotá, lo que en su momento se llamó “el triunfo del voto de opinión”. Con un estilo irreverente e izando la bandera de la ‘cultura ciudadana’, Mockus enrutó a Bogotá en un nuevo camino, completando el saneamiento de las finanzas que había iniciado Castro y nombrando como colaboradores a un grupo de técnicos en lugar de políticos viudos del poder. En 1997, Mockus renunció para lanzarse a la Presidencia, siendo reemplazado por el director del Instituto de Cultura y Turismo de esa época, el físico Paul Bromberg.

En ese mismo año, los bogotanos le dieron el respaldo a Enrique Peñalosa, quien con más de 580 mil votos superó ampliamente a Carlos Moreno de Caro, que obtuvo 366 mil. Peñalosa llegó con un discurso de ‘modernidad urbana’, en una campaña electoral que tuvo como animadores a Enrique Vargas Lleras, candidato oficial de un alicaído Partido Liberal (31.000 votos) y al hoy senador Gustavo Petro Urrego, quien apenas obtuvo 6.500 sufragios.

Mockus regresó para 2000 pidiendo perdón y con su partido Visionarios, le ganó la Alcaldía a María Emma Mejía, en unos comicios que significaron la aparición en el escenario político-electoral del narrador deportivo William Vinasco, hoy candidato. Tres años después, las elecciones de 2003 representaron un giro histórico con la llegada de un candidato de la izquierda democrática al cargo, Luis Eduardo Garzón, quien cimentó su campaña en la propuesta de construir una “Bogotá sin indiferencia”. Garzón registró la más alta votación en la historia de Bogotá –794.020 votos–, contra 680.891 de Juan Lozano y 48.336 de María Emma Mejía.

Si bien la campaña en ese momento fue cerrada y candente, nunca se vieron los agravios ni mucho menos las pensadas propagandas de desprestigio de hoy en día, donde se destapan fantasmas del pasado y se juega a la ‘antipolítica’. Las encuestas tienen a todos con los nervios de punta y la ciudad parece verse presa otra vez por la politiquería tradicional.

Y es que la Alcaldía de Bogotá significa está vez mucho más que lo que significó en el pasado. En el ajedrez político actual, el Polo Democrático juega a mantenerse en el cargo, de tal manera que ello le sirva de plataforma para conquistar el poder presidencial en 2010. En la otra orilla, el uribismo y el Partido Liberal apuestan a reconquistar la que puede considerarse la más preciada pieza del tablero, para planear también sus estrategias en el inmediato futuro electoral.

Mientras tanto, con el ambiente enrarecido, Mockus propone su ‘Voto Vital’, invitando a todos a pensar al momento de ir a las urnas para superar las costumbres del voto vendido, el intimidado, el trasteado, el que se hace a ciegas, el voto en contra, la abstención o simplemente “el votar como Vicente, es decir, como vota la demás gente”.

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