Tuesday, October 16, 2007

EL POLO RURAL

By Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Oct 9 de 2007

Existe la creencia de que el Polo Democrático
Alternativo es un partido urbano; no obstante que los
hechos de la actual campaña electoral muestren lo
contrario. El que en más de 600 municipios del país se
presenten listas a los concejos y en conjunto, en casi
todos ellos, se lancen candidatos polistas a las
alcaldías es prueba fehaciente de cuánto se ha
irrigado el nuevo partido de la izquierda democrática
y ello pese a que, como es conocido, es en las áreas
rurales donde la violencia se ha querido incubar como
forma de hacer política a lo cual el Polo en
reiteradas oportunidades ha expresado su oposición
radical.

El programa del Polo tiene importantes referencias
sobre el agro. En párrafo especial consigna que:
"Llevaremos a cabo una política agraria que garantice
nuestra seguridad alimentaria, y eliminaremos la
actual concentración de las tierras y los latifundios
improductivos. Se protegerá la producción rural con la
disminución de las rentas financieras e inmobiliarias,
la transferencia tecnológica y la lucha por la
eliminación de los subsidios agrícolas en los países
desarrollados así como las barreras que utilizan para
proteger su mercado mientras exigen la apertura total
del nuestro. Se garantizará el acceso individual o
colectivo de los campesinos a la tierra, y se les
prestará el apoyo estatal necesario para una vida
familiar digna. Serán respetados los derechos
históricos y las costumbres ancestrales de las
comunidades indígenas y afro-descendientes".

No sólo lo anterior. Líderes reconocidos del Polo,
como el senador Jorge Enrique Robledo, han sido los
adalides en el Congreso en el control político y la
crítica sin ambigüedades de la gestión uribista en el
campo; la cual, no está de más repetirlo, ha sido
desastrosa. También el representante a la Cámara,
Germán Reyes, se ha echado al hombro la discusión en
esa Corporación de la iniciativa oficial, acorde con
la división internacional del trabajo que quieren
imponer los países del Norte, de convertir el campo de
Colombia en un reservorio de agrocombustibles en
detrimento de la producción de alimentos, ya bastante
menguada y rematada en el TLC, y a favor de
oligopolios que han concentrado ese negocio.

Personas que se han destacado por su labor de apoyo a
las luchas de las comunidades rurales, encabezan
listas y candidaturas, a nombre del Polo, a lo ancho y
largo de Colombia. Gonzalo Arango, Eudoro Álvarez y
Horacio Eslava, para las gobernaciones de Risaralda,
Meta y Boyacá, dirigentes agropecuarios contienden por
estar en asambleas departamentales para reforzar desde
la brega política los esfuerzos del sector para
subsistir en medio del crudo neoliberalismo impuesto;
como Jorge Gómez en Antioquia, Luis Elber Vergara en
el Cauca, Óscar Gutiérrez en Caldas, Alonso Orozco en
Caquetá, Antonio Gutiérrez en el Quindío, Leonel
Juvinao en Magdalena y Roberto Lema en Risaralda. Y,
en cuanto a concejos municipales en diferentes
capitales y poblaciones de clara incidencia en el
sector rural, siendo muchísimos los casos destacables,
vale mencionar a Alexander Espinosa, dedicado toda su
vida al progreso de la zona rural de Ibagué, a Libardo
Gómez en Neiva, donde ha liderado la defensa del arroz
de manera valiente y arrojada, a Oliverio Castillo en
Tunja, defensor de productores de géneros de clima
templado. Conozco de persistentes líderes de
campesinos, de agricultores y de indígenas que desde
los cuatro puntos cardinales de Colombia como
Quinchía, Santa Rosa de Cabal y Belén de Umbría, o
Cotorra, Codazzi, Tausa o Chaparral y Rovira llevan la
enseña del Polo a cafeteros, paneleros y productores
de cereales y oleaginosas, de hortalizas y de leche.

Hasta en Bogotá, una ciudad con el 75% de su área en
el sector rural, Samuel Moreno ha recibido el
beneplácito de los grupos del campo vinculados a las
hortalizas, la papa y la leche, que contribuyen a la
seguridad alimentaria de la Capital y que están hoy
seriamente amenazados por la expansión urbana abrupta
que se está llevando a cabo para favorecer los
intereses de empresas multinacionales. Cuenta la
historia que los agricultores norteamericanos, cuando
se iniciaron sus penurias en la segunda mitad del
siglo XIX, se organizaron en un partido propio
conocido como La Grange (La Granja). Años más tarde
aquí el Polo Democrático Alternativo empieza a surgir
como el partido que llena las aspiraciones de los
pobladores rurales del país, quienes así van
conformando el Polo rural.

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