Friday, February 29, 2008

El Acierto del presidente del PDA

¿Hacia dónde va el Polo?
Polo Democrático Alternativo
Carlos Gaviria Díaz, discurso de instalación de la
Dirección Nacional del Polo Democrático Alternativo,
PDA, Viernes 29 de febrero de 2008

1. Creo que es ésta ocasión propicia para
replantearnos con toda honestidad esta pregunta que no
sólo se nos formula reiterada y justificadamente desde
afuera, sino que a diario nos la formulamos nosotros
mismos. La respuesta me parece que es obvia: vamos
rumbo al poder que es la vocación ineluctable de todo
partido político. Porque sólo desde allí pueden
hacerse realidad los propósitos ideológicos que le dan
razón de ser a un partido y justifican su existencia.
Señalar otra meta es incurrir, tal vez sin advertirlo,
en una contradicción lógicamente inadmisible.

2. ¿En qué término razonable podremos alcanzar nuestro
propósito?, es algo que depende no sólo de factores
externos y circunstancias que no podemos ignorar sino,
además y ante todo, de nuestra voluntad unitaria y de
nuestro esfuerzo inquebrantable por no renunciar a su
búsqueda.

3. La circunstancia mayor que enfrentamos y que no es
posible soslayar, es el embelesamiento colectivo con
un proyecto mal llamado de seguridad democrática
encarnado en un caudillo que inteligentemente ha
aprovechado su carisma innegable para perseguir, con
la aquiescencia de una inmensa mayoría, la
consolidación y el apuntalamiento de un statu quo que
sólo aprovecha a una élite minoritaria que desde
tiempo inmemorial ha usufructuado los réditos del
poder político que, entre nosotros, no puede
discernirse del poder económico.

4. Nuestro empeño parece titánico pero nada imposible
y absolutamente necesario si no queremos conllevar un
estado de cosas incompatible con un país decente.
Justamente, el esfuerzo excesivo que él requiere,
induce a algunos, en función de una ambición de poder
inaplazable, a sustituir o permutar sutilmente
nuestros propósitos por los del adversario, que la
experiencia ha mostrado seductores para una opinión
manipulada mediante estrategias perversas de
propaganda, inherentes a regímenes incalificables que
desde luego no han renunciado a proclamarse
democráticos. Para muchos, esa situación ha creado una
suerte de imperativo: conectarnos con la opinión
prevaleciente para no hacernos marginales. En términos
más explícitos: si el uribismo es electoralmente más
rentable que el Polo, acojamos sus propuestas y sus
tácticas sin que se note mucho, de tal suerte que
podamos seguir afirmando sin asomo de verguenza que
somos del Polo, pero eso sí de un Polo menos radical y
sectario que el de aquellos que quieren permanecer
fieles a los propósitos originarios del partido.

5. Porque a la presión eficaz del establecimiento se
suman como complemento eficiente la confusión
conceptual inocente o deliberada que identifica
claridad con sectarismo y coherencia con dogmatismo, y
la lucha degradada de una insurgencia, identificada
paradigmáticamente con las FARC, con la que se
empecinan en vincularnos contra toda evidencia y no
obstante las permanentes y explícitas declaraciones de
condena a esa organización armada y a sus horrendos
crímenes de guerra y de lesa humanidad.

6. Cuando nos esforzamos en enunciar sin ambages
postulados y metas que juzgamos indisponibles dentro
de nuestro proyecto político, nos tildan de radicales,
en el sentido peyorativo del vocablo, y si nos
empeñamos en acompasar nuestra acción con el Ideario
de Unidad, somos irremisiblemente sectarios,
transformando así exigencias de lógica elemental en
execrables vicios de los que debemos deshacernos.

7. Y ¿en qué consiste ese Ideario de Unidad? En un
catálogo de principios y de fines ideológicos que
democráticamente decidimos adoptar como guía de
nuestro pensamiento y de nuestra acción. Ideario que
condensa las aspiraciones comunes de personas,
partidos y organizaciones de izquierda democrática en
función de reformas profundas que, desde nuestra
perspectiva, necesita con urgencia el país para
superar la pobreza, la iniquidad, la discriminación y
la exclusión, estigmas vergonzosos de una sociedad
cuyos gobernantes llaman, sin asomo de pudor,
democracia profunda.

8. Para quienes se sientan atraídos por ese breve y
comprensivo Ideario, están francas las puertas del
Polo y a eso lo hemos denominado sin sectarismo. Pero
eso sí, han de saber quienes a él lleguen o en él
quieran permanecer, que el compromiso de buscar
nuestras metas simples y fácilmente reconocibles es
irrenunciable, y a eso lo hemos llamado sin
ambigüedad.

9. No está dentro de la agenda del partido catalizar o
materializar un proceso revolucionario en el país.
Quienes han militado en partidos u organizaciones
políticas que han tenido en mente esa meta, al
incorporarse al Polo han tenido que renunciar a ella y
trocarla por el empeño menos ambicioso pero también
más realista y pacífico de proponer y llevar a
término, por los canales democráticos, reformas
económicas y políticas profundas, sin las cuales la
afirmación de que Colombia es una democracia no es más
que una mentira enorme, ni siquiera piadosa sino
impía.

No hay pues en el Polo, estimado Lucho Garzón, un
sector revolucionario cuyo liderazgo usted
generosamente me endilga y otro reformista cuya
jefatura usted modestamente se arroga, sino una
colectividad pluralista con diferencia de matices que
valoramos positivamente, empeñada en lo que el Ideario
de Unidad sintetiza: la construcción de una sociedad
democrática, pacífica, menos inicua e injusta que la
que hoy tenemos, en el marco de un Estado de derecho
con la soberanía recobrada, que haga valer su dignidad
en el concierto de las naciones.

10. Pensamos eso sí, que de un proyecto ideológico
como el que mueve nuestra acción tiene que ser
portador un partido político sólido, unificado en
torno a lo esencial, condensado en su Ideario, y no
una montonera informe convocada al azar en cada
esquina para que brinde apoyo electoral a un candidato
que, de resultar victorioso, de nada tendría que
responder y a nadie tendría que dar cuenta por sus
acciones caprichosas.

Un partido de ese talante, en contravía de un estado
de cosas inicuo, no puede caer en la trampa de recibir
directivas bondadosas de quienes encarnan los
intereses que él impugna. Un líder de oposición no
puede sucumbir a los halagos de quienes lo adulan para
cooptarlo, haciéndole creer que en el fondo todos
queremos lo mismo, el bien del país, y que debemos ser
aliados en la misma lucha como si ese fementido
interés común fuera el mismo para tirios y troyanos.

11. Un recuerdo anecdótico viene a mi mente: al
término de una conferencia sobre democracia y libertad
pronunciada en Medellín por el Maestro Gerardo Molina,
faro y guía de mi acción, se le acercó un ilustre
intelectual conservador a felicitarlo en éstos o
similares términos: "Suscribo sus tesis en más de un
90%". Y Molina, con la consistencia ideológica y el
carácter y el humor que lo acompañaron siempre,
manifestó su seria preocupación al responderle: "Deber
ser, entonces, que con la edad me he conservatizado".

Qué diferente esa actitud de alguien con profundas
convicciones y recia personalidad de la de aquellos
que, al ser marcados con el hierro del adversario, se
pavonean orgullosos en vez de avergonzarse.

12. No puede el Polo dejarse imponer por el
establecimiento que pretende reformar, su estrategia y
su rumbo, cediendo a las adulaciones de quienes al
percibir las posibilidades del partido de acceder al
poder, se esmeran en cooptar a quienes consideran
dirigentes promisorios.

No podemos aceptar la tutoría de quienes, en su propio
beneficio, pretenden dictar reglas de buena conducta
al Polo y a sus líderes más sobresalientes. Los
criterios de corrección de nuestro discurso y nuestra
práctica, los tenemos a la mano: están suficientemente
explícitos en los Estatutos y en el Ideario de Unidad
del partido y no en los buenos consejos de quienes
personifican al establecimiento que pretendemos
transformar.

13. Una táctica exasperante de quienes ven en el Polo
un partido de oposición en trance de volverse
gobierno, consiste en imputarle la defensa encubierta
de la combinación de todas las formas de lucha. Con
ella se han propuesto no sólo desacreditarlo ante la
opinión pública nacional e internacional sino suscitar
dudas en su interior con respecto a quienes proceden
de organizaciones o partidos políticos que han
adherido a esa doctrina, del todo incompatible con un
partido democrático, con el propósito de menoscabar un
proceso unitario que miran con temor inocultable.

Hoy es preciso reiterarlo con más fuerza que nunca:
filosófica y programáticamente el Polo desecha y
condena el empleo de las armas y de cualquier
modalidad delictiva para lograr el poder y
materializar las reformas profundas que, a su juicio,
el país demanda.

La sola pertenencia al partido tendría que dar fe de
esa renuncia unánimemente decidida como condición no
negociable de la Unidad y del Ideario compartido. Pero
si aún quedan dudas razonablemente fundadas, yo
convoco cordialmente, pero de modo terminante, a
quienes tengan la más leve reticencia al respecto a
que las ventilen y discutan en un ámbito diferente al
del Polo, porque dentro del mismo el tema es asunto
concluído.

14. De otro lado, la pluralidad de tendencias en el
seno de nuestra organización es una riqueza
invaluable, porque el diario intercambio dialéctico
contribuye de modo considerable al afinamiento y
consolidación de nuestros propósitos. Pero eso sí: que
invocando un marco ideológico tan amplio, y so
pretexto de conectar al partido con la opinión aún
prevaleciente, tan benévola con el proyecto
reaccionario encarnado en Uribe, no se caiga en la
tentación de sacar airosas ambiciones personales o
sectoriales a costa de renunciar a nuestra razón de
ser originaria.

Más claro aún: que no se acepte el argumento especioso
de que para triunfar debemos transformarnos en algo
muy semejante a lo que son y representan nuestros
antagonistas. Hay que estar alerta, para rechazarla,
la permuta encubierta de estrategia por principios.
Sólo podremos hablar de un triunfo del Polo si
llegamos al poder sin claudicar de nuestros fines
ideológicos y en la compañía segura de quienes creen
en su justeza y su urgencia.

15. Ahora bien: reiterado, por enésima vez, nuestro
absoluto repudio a la lucha armada y dejando en claro
que de ella nos separa una brecha insalvable, no nos
avergoncemos de llamar de izquierda nuestro proyecto
reivindicativo. Si el de Uribe es sin duda de derecha
y es en contravía del suyo que nosotros avanzamos,
¿por qué repudiar un sello dignificante como el que a
todas luces le conviene?

Oigamos con atención las palabras de alguien que sabe
de qué habla: el inmenso escritor e intelectual J. M.
Coetzee, Premio Nobel de literatura, merecedor de él
como pocos:

"La única luz de esperanza en este sombrío panorama la
aporta América Latina, con la inesperada llegada al
poder de un puñado de gobiernos socialistas
populistas. Las señales de alarma ya deben estar
sonando en Washigton: podemos esperar crecientes
niveles de coacción diplomática, guerra económica y
absoluta subversión.

Resulta interesante que en el momento de la historia
en que el neoliberalismo proclama que una vez que la
política ha sido incluida en la economía, las viejas
categorías de izquierda y derecha se han vuelto
obsoletas, gentes del mundo entero que se habían dado
por satisfechas considerándose 'moderadas' –es decir
opuestas a los excesos tanto de la derecha como de la
izquierda- decidan que en una era de triunfalismo de
la derecha la idea de la izquierda es demasiado
valiosa para abandonarla".

Dejemos, sin vacilaciones, que ese pensamiento alumbre
nuestro camino. Y ratifiquemos, a un tiempo, nuestro
propósito unitario. No malgastemos más nuestras
energías en estériles luchas internas. Las necesitamos
intactas para enfrentar al verdadero adversario.

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1 comment:

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