Sunday, December 2, 2007

Una prueba agridulce

Una prueba agridulce

La imagen de Íngrid Betancourt demacrada, triste, con una cadena en la mano izquierda y con el pelo hasta la cintura, lo mismo que la de Luis Eladio Pérez y de los tres estadounidenses, le ha dado la vuelta al mundo y ha llamado la atención sobre las pruebas de vida de 16 de los 47 secuestrados políticos que permanecen en poder de las Farc.
Camilo González Posso *

sábado, 01 de diciembre de 2007

Las reacciones han sido “agridulces”, como afirman los familiares de los cautivos, pues se mezcla la alegría de ver vivos a algunos con la incertidumbre de los que faltan en la lista; se siente además el dolor de constatar que están no sólo privados de la libertad, sino sometidos a condiciones indignas y a la zozobra permanente de morir en la siguiente esquina de la selva, en un cruce de fuegos o por una orden de ejecución sumaria ante un intento de rescate militar o la sospecha de que está en marcha.

Los videos, cartas y fotografías decomisados por el Ejército en Bogotá a tres milicianos muestran que, a ritmo de monte, se estaban dando los pasos gestionados por Piedad Córdoba y el presidente Chávez para facilitar acuerdos humanitarios que significaran la libertad de los secuestrados. La Fuerza Pública se anotó un positivo de verdad que deja el interrogante sobre el manejo que pensaba hacer la guerrilla de esas pruebas en el contexto posterior a la “brutal” desautorización que decidió hacerle Uribe al presidente venezolano.

Es probable que las Farc hayan dispuesto continuar con la entrega de esas pruebas para reforzar el mensaje contra la decisión de Uribe, pero ello puede estar acompañado de la suspensión de otros hechos acordados, como la liberación en diciembre de un pequeño grupo en correspondencia con el escenario ofrecido por Venezuela y la determinación del Gobierno colombiano de abrir esa mediación.

Piedad Córdoba ha interpretado con ilusiones la aparición pública de las pruebas de vida y le apuesta a una segunda tanda para próximas semanas. Pero lo cierto es que todo cálculo en esta materia es sólo especulación, porque el ambiente general es de ruptura y de utilización política y militar de cualquier movimiento de una u otra parte, sin que medie consideración alguna con las víctimas. Hemos entrado en otra fase de utilización del secuestro político y del acuerdo humanitario para los planes de guerra. Las Farc le apuestan a responsabilizar totalmente a Uribe por romper un proceso que comenzaba a moverse y Uribe reafirma que no está dispuesto a conceder espacios políticos a cambio de la vida y la libertad de los cautivos.

En el nuevo contexto, post Chávez, el acuerdo humanitario aparece cada vez más lejano. El presidente Uribe está construyendo otro inamovible que significa la negación definitiva de la vía de pactos para lograr la libertad de los secuestrados y la opción exclusiva del rescate militar, vivos o muertos, como dice la madre de uno de los estadounidenses. Ese inamovible es pretender que se dé un procedimiento sin protagonismo político o show de las Farc. Con eso se desconoce que la esencia del llamado “acuerdo humanitario” ha sido cambiar libertad por una tribuna momentánea, desde la cual las Farc hagan unas proclamas y se tomen unas fotos. La idea de un acuerdo semiclandestino para llegar a la libertad de los secuestrados es no sólo ingenua, sino otra forma de descartarlo.

Con la aparición de las pruebas de vida se han retomado las declaraciones a favor de la mediación o los buenos oficios internacionales. Sarkozy vuelve a aparecer en la escena y cuenta con los canales de comunicación abiertos por medio de Granda y sobre todo con la necesidad del gobierno francés de ofrecerles esperanzas a sus conciudadanos. España y Suiza, por medio de sus cancillerías, han manifestado su disposición a concurrir si el Gobierno lo demanda y existen presiones nacionales fuertes para que se intente otro camino y no se deje para 2017 la búsqueda de un acuerdo de libertad. Pero los viejos y nuevos inamovibles de Uribe y los eternos de las Farc, que se suman a la crueldad con la cual han manejado todo esta extorsión a la sociedad, muestran que se necesitarán situaciones excepcionales y mucho tiempo para reconstruir un proceso esperanzador.

Si las Farc obedecieran a alguna lógica política, se darían cuenta de que ellos también son perdedores con la frustración de la mediación de Chávez y que se están exhibiendo ante el mundo como secuestradores inhumanos. Una sensibilidad de este orden debería llevarlos a liberar a algunos de los cautivos y mostrar así que tiene alguna posibilidad otra fórmula de diálogo directo o de mediación. No hay que hacerse ilusiones, pues la guerra no es buena amiga de la razón.

Lo que queda por hacer lo resumió el profesor Moncayo en estos días: darle fuerza a la indignación de la sociedad contra la barbarie del secuestro, contra los rescates armados y hacer sentir la exigencia de libertad inmediata. Y aún queda la pregunta de si los inamovibles de lado y lado son capaces de escuchar a la gente.

* Presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz.



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